Nuestros
aventureros, tras el episodio de Refugio Invernal y la búsqueda de su mentor, parten nuevamente
de la Cima del Salto para embarcarse en nuevas aventuras. Douven
ya está sano y salvo y se encuentra estudiando sobre el espejo de
dragón y la misteriosa secta que lo anhelaba. Theren
el paladín se queda junto a él tanto como protector como
colaborador en las investigaciones. Es por esta razón que al grupo
se une Samot
el enano, un nuevo compañero y también discípulo de las enseñanzas
de Douven.
El
nuevo grupo formado ahora por Ilithya,
Samot, Torak, Maewynn
y Anilorac,
se encuentra de descanso en Aguas
Fuertes, un pueblo
del noroeste de Faerûn de unos 2000 habitantes.
El
día comienza tranquilo, un paseo por el pueblo, una visita al Pichel
Verde (la famosa posada de Aguas Fuertes) no anticipan lo que pocas
horas después sucedería...
En
el Pichel Verde nuestros amigos conocen a un fortachón que organiza
pulsos de fuerza, Torak
se anima, mostrando confianza en sí mismo y reta al norteño a un
pulso por cuatro monedas de oro. El semiorco muestra su fuerza y
pericia y vence al fortachón a las primeras de cambio, el dinero es
suyo, ¡bien por Torak!
Mientras,
sus compañeros se fijan en una cortina al fondo de la posada, allí
conocen a una misteriosa mujer mayor, envuelta en ropajes de mago,
que dice leer el futuro. Los personajes aceptan su destino y acceden
a pagar una cantidad de oro para ver que les deparan las cartas. La
mayoría de ellos salen satisfechos con el vaticinio a pesar de que
las palabras sean vagas y difusas. A Samot,
le es rebelado:
- En algún momento, aprenderás más que tus compañeros.
Así
mismo, a Anilorac
se le indica:
- También podrás ver el futuro
Para
Maewynn
las cartas dicen:
- Serás juzgada por una misión muy importante.
Y
la predicción para
Ilithya es:
- en el futuro serás más eficaz con tus ataques.
Pero
para Torak, la
fortuna no parece estar de su lado, la mujer muestra su carta, y le
explica lo que significa:
- En un futuro, caerás dormido y nunca más despertarás.
Torak
tendrá ahora que luchar contra su destino. ¿Serán ciertas las
palabras de la anciana?
Tras
esto, nuestros personajes vuelven a las mesas de la posada, y sin
tiempo para reaccionar, son agasajados por un grupo de guardas de la
villa, que dicen necesitar su ayuda, ¡están atacando la ciudad!
Nuestros héroes dudan de si sus intenciones son lícitas, pero una
buena perspicacia de grupo da por verídicas las órdenes de los
soldados, y acceden a acompañarles a una audiencia urgente con la
persona al cargo de Aguas
Fuertes, La
Dama de Fuego Lunar.
De camino a su presencia, en susurros, Ilithya
advierte a sus compañeros que no conoce gran cosa de ella, pero sí
tiene claro que no se la tiene precisamente en alta estima entre las
tierras circundantes próximas.
Ya
en la pequeña fortaleza en la que se encuentran sus aposentos,
construida y levantada por enanos, La
Dama, una
excéntrica y ostentosa mujer élfica les saluda cortésmente y les
cuenta rápidamente la situación. Una ingente horda de enemigos está
intentando entrar en el pueblo, y pide la ayuda de nuestros amigos
para una importante misión por la fama que precede a todo aventurero
de la Cima del Salto
discípulo del mismísimo Douven.
Nuestro
cometido consiste en proteger un objeto muy importante, una espada
mágica, y llevarla a Llorkh,
un pueblo al este, a unas 10 millas de distancia donde podrán poner
distancia entre tan poderoso objeto y la hueste de goblins
y orcos
que están atacando Aguas
Fuertes, y que, más
que probablemente estén tras la búsqueda de dicho objeto.
Una
vez dadas las órdenes por La Dama, los héroes hablan discretamente
también con su hijo, presente a su lado en la sala, éste les dice
que está muy preocupado por sus amiguitos pero esta tan asustado que
poca información útil puede dar.
Los
héroes no lo dudan ni un sólo instante, hay que salir de allí de
inmediato. Ya en la calle, en el afán de evitar peleas,
Ilithya utiliza un
buen truco de mago para despistar a los enemigos que ya han
conseguido penetrar las defensas de Aguas
Fuertes. Cuernos de
guerra se oyen en la lejanía, el ambiente es verdaderamente tenso.
Junto con la magia arcana de Ilithya,
una buena estrategia de sigilo en grupo hace que los héroes puedan
huir a través de las alcantarillas. Accediendo a ellas desde una
entrada oculta en el interior de una casa al oeste de la ciudad, de
la que previamente les había informado La
Dama dejando atrás
el pueblo a través de los pasadizos subterráneos.
El
hedor en las cloacas es insoportable. Al bajar, nuestros amigos se
topan con Zark,
un enano que dice ser el regente del cercano pueblo de Zelbross.
Les habla de la locura de La Dama, una persona que obtuvo el poder
sin el mérito necesario y que no sabe cómo tratar situaciones de
guerra y de la que no se deben fiar. Finalmente les dice que no han
de ir a Llorkh;
la espada mágica ha de ir a Zelbross,
allí un gran ejército se prepara para combatir a los orcos. Dicho
esto, asciende por las escaleras que previamente ha descendido el
grupo, dirección a la ciudad para prestar ayuda a sus súbditos
infiltrados en Aguas
Fuertes y regresar
con ellos a su propia ciudad donde espera vernos para el mismo
empuñar, contra el mal que se cierne, el valioso objeto que cuidan
nuestros protagonistas.
Los
héroes están confusos. ¿Qué planes tiene cada persona con la que
han hablado? ¿De quién se pueden fiar? Posponiendo a quién tienen
que creer o a que pueblo llegar, si a Zelbross
o a Llorkh,
Anilorac
decide que lo más importante ahora mismo es salir de allí con vida
y llevar el objeto lejos de Aguas Fuertes.
Al
avanzar por las alcantarillas, la dracónida líder del grupo en
cabeza, descubre mediante la fatalidad de resbalar y caer al suelo
que éste está cubierto de algún tipo de aceite. En lo que tarda en
incorporarse nuevamente, los héroes divisan un grupo de kobolds,
ayudados por unas terribles ratas
gigantes, que
atacan al grupo en un cruce de túneles.
Una
dura batalla tiene lugar, las ratas son enemigos rápidos, y van
directos hacia el grupo, llevándose Torak
la peor parte. Un mordisco de una de las ratas le hace sentirse
extrañamente mal de inmediato, perdiendo algo de capacidad de
curación de sus heridas. Mientras Ilithya,
coge rápidamente una antorcha de la mochila de Maewynn
para quemar el aceite del suelo y hacer arder a sus enemigos en el
infierno. Algunos kobolds
perecen con la proeza. Maewynn,
y Samot
gritando por Moradin, acaban con sus enemigos a espada y hacha con
una brutalidad insospechada. Y mientras, Anilorac
una vez en pie, empuja hábilmente a una de las enormes ratas hacia
el fuego y a continuación acierta certeramente con una flecha de su
ballesta, previamente prendida de fuego, a un kobold que atacaba
desde la distancia con una honda prendiéndose en llamas su cuerpo ya
inerte.
Al
terminar el encuentro, Samot
encuentra en un cadáver algunas piezas de oro y un pergamino ritual
de buen uso para Ilithya.
Poco
después otro enigmático personaje aparece, dice llamarse Leoven,
un Cambiante amigo y súbdito de Zark,
y se ofrece a guiar a los personajes a través de las laberínticas
alcantarillas. Estos aceptan y comparten su camino con el misterioso
personaje, guiándoles a través de las cloacas, en busca de una
salida al exterior, lejos de los orcos
y goblins
y más cerca de una solución a la poderosa espada mágica que
recibieron de La
Dama.
En
un momento dado, tras girar una esquina, una tenue luz se ve al
fondo, una pequeña trampilla de madera les separa de la luz del día.
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